La familia Land había ido a pasar unas cortas vacaciones a Santa Fe, Nuevo México. Una tarde, Edwin y su hija Jennifer salieron a dar un paseo por la ciudad. Edwin llevaba consigo una cámara Rolleiflex y se divirtieron tomando fotografías a todo lo que les llamaba la atención: un burro repartiendo leña, la catedral, vendedores ambulantes y, por supuesto, la pequeña era la protagonista de un buen número de tomas.
Al regresar a casa, ya anochecido, y cuando se disponían a tomar una taza de té, Jennifer le sorprendió con una inocente pregunta: “Papi, ¿por qué no podemos ver las fotos ahora mismo?”
Edwin no respondió. Mandó a Jennifer a buscar a su madre, se echó el té por la espalda y salió de nuevo a pasear por las calles.
Al cabo de una hora, había dibujado en su mente el sistema de cámara y la química de la fotografía instantánea. Esa misma cámara virtual que muchos años más tarde pondría sobre la mesa, al lado del Macintosh de Steve Jobs.
El 27 de febrero de 1947 el sistema de fotografía instantánea es presentado en una sesión de la Sociedad Óptica Americana. La demostración produce un gran revuelo y la noticia salta a la portada de los periódicos. Sin embargo, no es lo mismo presentar un prototipo en una reunión científica que pasar a la fase de comercialización del producto.
La caída de las ventas de filtros polarizadores tras la Guerra y los recursos empleados en desarrollar el sistema instantáneo habían dejado a la compañía al borde de la extenuación. Ahora, había que diseñar una cámara para el consumidor de a pie y fabricarla, junto con la película. Y había que hacerlo rápido o Polaroid no sobreviviría al intento.
La Samson United, una empresa de Rochester, fue la encargada de fabricar la cámara. La Eastman Kodak suministró el negativo y la película fue montada en la propia Polaroid. El primer pedido de cámaras cursado a la Samson United fue por sesenta unidades. Pueden parecer pocas, pero es que no había dinero para más. Tampoco quedaba tiempo para comprobar si todos los componentes funcionaban correctamente y con un suficiente grado de fiabilidad. El lanzamiento estaba programado para el día 26 de noviembre de 1948 en Jordan Marsh, unos grandes almacenes de Boston.
El día anterior, Edwin Land mantuvo una conversación con Bill McCune, uno de sus colaboradores más cercanos.
El día anterior, Edwin Land mantuvo una conversación con Bill McCune, uno de sus colaboradores más cercanos.
—¿Cuántas cámaras tendremos finalmente? —preguntó Land.
—Cincuenta y seis. Ro Messina las traerá esta noche, no habrá tiempo de probarlas. He dado instrucciones para que todas las que no se vendan mañana sean traídas de vuelta, para una comprobación.
—Es posible que las necesiten todas.
—Bueno… —dudó McCune—. La Navidad está cerca y pueden venderse bien.
—¿Cuántas cámaras piensas que podremos vender el año que viene?
—Es pronto para decirlo. Deberemos esperar a las primeras reacciones del público para hacer una estimación. ¿Cuántas piensas tú?
Edwin Land se tomó unos segundos antes de responder.
—Creo que podremos vender unas cincuenta mil.
McCune prefirió no decir nada. Lo primero que pensó es que no tenían empleados suficientes para fabricar película para tantas cámaras.
Al día siguiente la Polaroid Land Camera modelo 95 sale al mercado. Cuando los grandes almacenes Jordan Marsh abren sus puertas, dos dependientes se encargan de hacer las demostraciones a los clientes. El encargado del departamento de fotografía es optimista, piensa que podrán “deshacerse” de las cámaras durante la campaña de Navidad.
Antes de que finalizase el día, habían conseguido “deshacerse” de todas las cámaras, incluida la destinada a demostraciones. Y lo mismo podía decirse de la película. Los encargados de los departamentos cercanos al de fotografía se quejaban amargamente de no haber recibido apenas clientes. ¡Todo el mundo quería ver la magia instantánea!
Edwin Land tenía razón y Polaroid se había salvado. Tuvieron que reclutar nuevo personal para satisfacer la demanda.
En las décadas siguientes, la compañía no paró de crecer. Nuevas cámaras y nuevas películas eran lanzadas al mercado con una regularidad aplastante. Y no sólo destinadas al consumidor, sino también con aplicaciones en medicina, identificación, seguridad y fotografía profesional.
Los filtros polarizadores seguían siendo otro de los negocios de la compañía. En 1952 se estrena "Bwana Devil", el primer largometraje en 3D de la historia y que tenía que visionarse con gafas Polaroid. La fotografía que recoge el día del estreno está incluida entre las diez más "icónicas" de la revista LIFE.
En 1963 apareció el primer sistema de cámara y película instantánea en color.
Los filtros polarizadores seguían siendo otro de los negocios de la compañía. En 1952 se estrena "Bwana Devil", el primer largometraje en 3D de la historia y que tenía que visionarse con gafas Polaroid. La fotografía que recoge el día del estreno está incluida entre las diez más "icónicas" de la revista LIFE.
En 1963 apareció el primer sistema de cámara y película instantánea en color.
Pero Land seguía soñando. Todos los sistemas que había lanzado eran de los denominados peel apart, es decir, pasados 60 segundos después de la extracción manual de la película, debían separarse el negativo del positivo para obtener la foto terminada. No era realmente fotografía en un solo paso.
Comenzó un nuevo proyecto que, en realidad, no era tan nuevo. Cuando, en 1944, a la vuelta de las vacaciones de Navidad, había abierto un dossier para su idea de la fotografía instantánea, lo etiquetó como SX-70. Los proyectos anteriores, SX-68 y SX-69, tenían un destino militar. Cuando, a mediados de los 60´s comenzó en serio el desarrollo de la one step photography le dio el nombre de SX-70, que también terminaría siendo el nombre del producto final: la revolucionaria cámara y película SX-70. Aún hoy, la web está repleta de montajes digitales que utilizan el característico e inconfundible marco blanco de las fotos instantáneas SX-70.
El que artistas como Andy Warhol las utilizaran profusamente ha contribuido a agrandar el mito.
Pero antes de que el sistema SX-70 saliese al mercado, en 1972, Land tuvo que enfrentarse a infinidad de problemas. Casi todos ellos tenían que ver con la alta tecnología necesaria para llevar a cabo el proyecto. Invirtió 2.000 MM$ de la época y Polaroid se situó, de nuevo, en el filo de la navaja. Si el proyecto no tenía éxito, significaría la ruina de la compañía.
Como ya había ocurrido antes, Land triunfó. En este vídeo de gran calidad, podéis haceros una idea aproximada de la complejidad del sistema.
Gracias a la SX-70 , Edwin Land se convirtió en el hombre del momento, ocupando las portadas de las más prestigiosas revistas.
Sin embargo, no todo fueron éxitos en la carrera de Land. Además de los relativamente pequeños fracasos de sus proyectos para utilizar los filtros polarizadores en aplicaciones diversas, su gran metedura de pata llegó a finales de los 70´s con el sistema Polavision.
Básicamente, se trataba de un tomavistas, de apariencia similar a uno para película Super-8. La diferencia, ¿cómo no?, estaba en que Polavision podía revelarse inmediatamente después de ser filmado, sin necesidad de enviar la película al laboratorio. Eso sí, sólo podía visionarse en unos monitores especiales que completaban el sistema. En resumen: era engorroso y la calidad no muy buena.
Polavision se lanzó en 1977, poco más de un cuarto de hora antes de que apareciesen los primeros sistemas de grabación de vídeo doméstico. El batacazo fue morrocotudo y el producto duró apenas dos años en el mercado. Las pérdidas fueron millonarias. Como consecuencia de ello, Edwin Land dimitió como presidente de Polaroid. En atención a los servicios prestados, le montaron un laboratorio particular, en el que pudiera dedicarse a experimentar con gaseosa. Hasta su muerte, en 1991.
Lo verdaderamente triste de esta historia es que, después de Land, Polaroid sólo se dedicó a ordeñar la vaca de la fotografía instantánea, sin presentar ni un solo avance o lanzar un nuevo producto revolucionario al mercado. La era digital terminó por darle la puntilla y presentó una declaración de bancarrota en 2001. A partir de ese momento, se fueron liquidando los activos, los derechos de la marca fueron pasando de unas manos a otras y, a día de hoy, tras varios procesos judiciales, sólo queda eso: la marca.
Y ahora viene la gran pregunta. La que se dejó entrever en la primera parte de este post: ¿Será Apple la Polaroid del siglo XXI?
Los últimos lanzamientos después de Jobs no han hecho sino ordeñar la vaca de lo ya existente. De acuerdo en que el cash con el que cuenta Apple es estratosférico y puede permitirle volver por sus fueros en cualquier momento. Por no hablar de su inmejorable imagen de marca.
Ahora bien, como se anden con el bolo colgando...
En cualquier caso, la respuesta dentro de 1.000 posts.
Hasta pronto.
Como ya había ocurrido antes, Land triunfó. En este vídeo de gran calidad, podéis haceros una idea aproximada de la complejidad del sistema.
Gracias a la SX-70 , Edwin Land se convirtió en el hombre del momento, ocupando las portadas de las más prestigiosas revistas.
Sin embargo, no todo fueron éxitos en la carrera de Land. Además de los relativamente pequeños fracasos de sus proyectos para utilizar los filtros polarizadores en aplicaciones diversas, su gran metedura de pata llegó a finales de los 70´s con el sistema Polavision.
Básicamente, se trataba de un tomavistas, de apariencia similar a uno para película Super-8. La diferencia, ¿cómo no?, estaba en que Polavision podía revelarse inmediatamente después de ser filmado, sin necesidad de enviar la película al laboratorio. Eso sí, sólo podía visionarse en unos monitores especiales que completaban el sistema. En resumen: era engorroso y la calidad no muy buena.
Polavision se lanzó en 1977, poco más de un cuarto de hora antes de que apareciesen los primeros sistemas de grabación de vídeo doméstico. El batacazo fue morrocotudo y el producto duró apenas dos años en el mercado. Las pérdidas fueron millonarias. Como consecuencia de ello, Edwin Land dimitió como presidente de Polaroid. En atención a los servicios prestados, le montaron un laboratorio particular, en el que pudiera dedicarse a experimentar con gaseosa. Hasta su muerte, en 1991.
Lo verdaderamente triste de esta historia es que, después de Land, Polaroid sólo se dedicó a ordeñar la vaca de la fotografía instantánea, sin presentar ni un solo avance o lanzar un nuevo producto revolucionario al mercado. La era digital terminó por darle la puntilla y presentó una declaración de bancarrota en 2001. A partir de ese momento, se fueron liquidando los activos, los derechos de la marca fueron pasando de unas manos a otras y, a día de hoy, tras varios procesos judiciales, sólo queda eso: la marca.
Y ahora viene la gran pregunta. La que se dejó entrever en la primera parte de este post: ¿Será Apple la Polaroid del siglo XXI?
Los últimos lanzamientos después de Jobs no han hecho sino ordeñar la vaca de lo ya existente. De acuerdo en que el cash con el que cuenta Apple es estratosférico y puede permitirle volver por sus fueros en cualquier momento. Por no hablar de su inmejorable imagen de marca.
Ahora bien, como se anden con el bolo colgando...
En cualquier caso, la respuesta dentro de 1.000 posts.
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